CARTEL DEL CENTENARIO DE LA CORONACIÓN DE NUESTRA SEÑORA DEL ROCÍO



El cartel está realizado en técnica mixta: bolígrafo y acuarela sobre un formato de 130 de alto por 70 cms. de ancho.

El estilo modernista de la composición la sitúa cronológicamente en la corriente artística que aparece por toda Europa, precisamente en la misma época en la que se fragua la coronación canónica de Nuestra Señora del Rocio.

El cromatismo está claramente diferenciado en un bloque central de tonos cálidos y brillantes sobre un fondo de colores fríos más oscuros que recortan la silueta de la Virgen destacándola como primer impacto de su visualización.

La composición está enmarcada en una estructura geométrica que envuelve la escena central encasillando entre elementos ornamentales de clara inspiración modernista diferentes objetos y referencias a la Historia de la Coronación y a la devoción de la Santísima Virgen en sí.
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Flanquean las esquinas superiores dos aves del coto, dos espátulas que portan en sus alas unos escudos.

Por un lado el escudo del cardenal Almaraz, arzobispo de Sevilla, que Además de aportar su rico anillo pastoral para la realización de la corona, hizo suyo el proyecto desde sus inicios hasta el momento en que sus propias manos ciñeron la ansiada presea sobre las benditas sienes.
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En la otra esquina vemos el escudo del cardenal español Rafael Merry del Val, quien fuera Secretario de la Sagrada Congregación del Santo Oficio y el que firmara el Decreto de Coronación. Estos dos cardenales fueron sin duda, junto con la Mano de la Virgen, los eslabones directos e imprescindibles para que ese rarísimo privilegio para la época fuera aprobado por el Capítulo Vaticano en pocas semanas.
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En ese momento tan solo once eran las hermandades filiales. Florecían junto con la Hermandad Matriz como florecen estas doce azucenas con la labor de difundir la devoción a la Madre de Dios.
Entre ellas asoma una libélula, símbolo modernista de proyectos y sueños que se hacen realidad, y una abeja escondida entre las hojas nos ilustra que al igual que en una colmena alrededor de su Reina, la mejor forma de vivir esta fe es en comunidad a través de nuestras hermandades.
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El gran sol que preside la composición está Inspirado en la Cúpula de cristal invertida del Palau de la Música Catalana, una perla arquitectónica del modernismo y que enmarca a modo de vidriera al bendito niño y a su madre con la leyenda “Centenario de la Coronación”.
En el centro del orbe, la corona canaliza los rayos que provienen del Espíritu Santo, y es la Santísima Virgen La que como “Espejo de Justicia” irradia sobre nosotros la luz divina. Esta composición recalca que la coronación de la Santísima Virgen, aunque promovida por intenciones humanas, se lleva a cabo, sin duda alguna, por intercesión divina.
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Completa ese halo el Espíritu Santo que toma forma de paloma, concretamente la que remata el Simpecado de la Hermandad de Dos Hermanas. Permitan este apunte íntimo y personal del autor puesto que acompañando a este Simpecado cada romería es como llego hace ya muchos años a la devoción a la Virgen del Rocío.
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La Virgen se nos aparece tal y como lució aquella mañana del ocho de Junio de 1919:

Con el rostrillo realizado con la plata y las joyas sobrantes que no se pusieron en la corona. Igualmente con los fondos recaudados se restauraron las ráfagas y la media luna de plata que los hermanos Tello de Eslava donaran en el siglo XVIII. La anécdota llegó con la colocación de las piezas al revés dado que no se recordaba su correcta ubicación ya que durante un largo período se usaban las decimonónicas ráfagas de rayos.

Luce el traje de los Montpensier, exento de casi todas las joyas que luce actualmente, y las manos ligeramente más giradas de como hoy en día apreciamos. La tonalidad de todo el conjunto nos evoca la añeja estampa que se fotografía a los pocos días de la magna celebración.

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Alrededor de la Bendita Imagen y prácticamente a contraluz cuatro ángeles de coloridas alas exóticas flanquean los laterales.
Uno de ellos porta la Bandera Nacional con el escudo del rey Alfonso XIII

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su correspondiente simétrico actúa de la misma forma con la bandera pontificia del entonces Papa Benedicto XV.
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El siguiente ángel sostiene en su mano el artículo que firma Muñoz y Pabón para El Correo de Andalucía y que fue el verdadero detonante de unos acontecimientos que se desataron sin solución de continuidad hasta conseguir que a la Virgen del Rocío le fuera impuesta una flamante corona de oro en poco más de un año.
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En su libro “La Blanca Paloma”, Juan Fco. Muñoz y Pabón escribía respecto a la corona: “¡Van en ella tantos donativos de a perra gorda y hasta de perra chica! ¡Van jornales de siegas! ¡Va el huevo ofrecido por una infeliz! Va hasta la limosna de alguno que vive de ella”. Todas esas aportaciones las recoge el último ángel que las postra a los pies de la Virgen.
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El cartel es rematado es su parte inferior por un marco ornamental con la leyenda “Nuestra Señora del Rocio” flanqueada por las fechas de la efeméride y su centenario.

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Sobre mi

Desde que era un niño cambiaba los juguetes por rotuladores y lápices de colores. Recuerda que siempre que tenía un papel en las manos buscaba algo para pintar y era su mayor entretenimiento. Creció, decidió hacer Bachillerato Artístico y continuar con sus pinceles para dedicarse a la pintura. Sin embargo, fue hace unos dos años cuando descubrió una original técnica, la del bolígrafo y, a través de ella, se expresa artísticamente hablando. “Por casualidad, un día, esperando a un amigo, tenía un bolígrafo en las manos y comencé a dibujar; a partir de entonces, tomé conciencia y empecé a intentar hacer bocetos con el boli, concretamente con el BIC de toda la vida, aunque ya también meto otros colores”, cuenta Juan Miguel. “Es una técnica diferente y en ella no cabe el error porque no se puede rectificar. Esto significa que si te equivocas la única opción es romper lo que has hecho hasta ese momento y empezar de nuevo”, añade. VALME CABALLERO Periodista